Antes de convencer a otros, hay que convencerse a uno mismo
Todo emprendedor que haya acometido, cuando menos una vez, una aventura empresarial lo sabe: Debemos convencer a otros de la calidad de nuestro modelo de negocio si queremos que nos presten, con un extraordinario coste normalmente, dinero suficiente para ponerlo en marcha, ¡y no es tarea fácil!
De lo que normalmente no somos conscientes es de que la conocida máxima de “conócete a ti mismo” también funciona en nuestra misión de emprendedores / empresarios. No podremos convencer a los demás si no estamos convencidos nosotros mismos de la bondad, viabilidad, de nuestro negocio.
Es más, esta convicción no puede, ni debe, ser exclusivamente fruto de nuestras opiniones y creencias, cuando no simplemente de nuestros deseos. Nos jugamos mucho, entre otras cosas no menos importantes, una parte de nuestra vida y, por tanto, debemos tener conciencia del riesgo que asumimos.
Sabemos la respuesta: “Nadie nos puede garantizar que nuestro proyecto va a ser un éxito!. Desde luego que no. No se ha inventado la bola mágica que permita obtener, sin margen de error, una opinión final y definitiva sobre la viabilidad real, y he subrayado el término real, de nuestro proyecto.
Para la viabilidad aparente, la económico financiera obtenida como fruto de nuestras hipótesis, sí, “hipótesis”, esto es, opiniones normalmente “no contrastadas” en términos reales, existen varias aplicaciones informáticas que nos la pueden aportar; pero estimo que estaremos de acuerdo que no podemos definir como real, y vuelvo a subrayar el término real, el resultado aportado.
Y nos vamos a jugar nuestro tiempo, nuestro dinero y el dinero de otros; por lo tanto necesitamos algo que nos aproxime a la viabilidad real del proyecto.
No es posible obtener un resultado definitivo, pero sí es posible reducir el riesgo y conocer los límites en los que nos movemos, y esto es lo mínimo que nos debemos exigir a nosotros mismos.
De acuerdo con nuestra experiencia vamos a establecer un decálogo de comportamientos que nos permitirá reducir este riesgo y conocer algo mucho más cercano a la viabilidad (o inviabilidad) real de nuestro proyecto.
- Debemos tomar como guía un adecuado modelo de análisis.
- Debemos empezar definiendo “la totalidad” de las partes de nuestro modelo de negocio.
- Debemos conocer cuáles son nuestras hipótesis y cuáles son nuestros datos.
- Debemos conocer que todo se mueve por la relación causa / efecto y que no podemos actuar sobre el efecto sino sobre las causas.
- Debemos conocer la diferencia entre previsiones y deseos.
- El equipo es para nosotros, y para los inversores que nos acompañarán, la principal garantía de éxito de nuestro proyecto.
- Debemos utilizar una aplicación informática para los cálculos. No podemos cometer errores de cálculo.
- Necesitamos una segunda opinión; pero de alguien que sepa, no sirve, aunque nos sea interesante, la opinión de amigos y familiares. También la opinión de los expertos son una opción a tener en cuenta.
- Y para las opiniones y conocer los límites de riesgo también es importante utilizar aplicaciones informáticas. Hay muy pocas que lo hacen y son de una enorme utilidad como proceso de reflexión.
- Y, finalmente, un Modelo de Negocio y un Plan de Empresa es como los buenos vinos; necesita reposar un tiempo antes de volver a tener un nuevo contacto, unas nuevas opiniones y una valoración final.
Fuente: PlandeEmpresa