Los 7 errores capitales que debes evitar al hablar en público
No sé si te ha ocurrido igual que a mí, pero…
Recientemente asistí a la inauguración de un Curso Académico de una prestigiosa Escuela de Negocios y sufrí lo que pensaba que ya había desaparecido: Sufrí una “Tortura” sin piedad por parte del ponente principal (metafóricamente hablando).
Con muy buen criterio, la Dirección de la Escuela de Negocios pensó que una persona de reconocido prestigio en su entorno serviría de inspiración para todos los asistentes. Y que su ejemplo nos ilustraría y nos impactaría… ¡Y vaya si lo consiguió!
Como consecuencia de la Experiencia, el ponente consiguió que intensificara mis esfuerzos en trasmitir lo que sé sobre la Ciencia de cómo presentar y convencer a tu Audiencia.
Fue una pena que la situación me “pillara por sorpresa” y con la batería del móvil a mínimos… Lo sé, lo sé, un fallo imperdonable en estos días modernos…
Pero todo y con ello voy a intentar subsanar esta situación: Voy a intentar trasmitiros lo que a mi modo de ver fueron 7 errores imperdonables que sufrió toda su Audiencia. Errores que este ponente cometió (espero que de forma involuntaria) y que os rogaría encarecidamente que no les hicierais sufrir a los que os escuchen en un futuro. ¿Tengo vuestro compromiso?
Si lo consigo, creo que mi Cruzada de Presentología –La Ciencia de las Presentaciones- contra los malos comunicadores seguirá avanzando a buen ritmo…
Tras observar y aprender de los mejores Presentadores (Tony Robbins, T.Harv Ecker, Steve Jobbs, Blair Singer, Tom Antion…), he observado que a la hora de dirigirse a su Audiencia, cuidan una serie de aspectos que les hacen “llegar a ellos” de una manera muy especial. Son 7 aspectos que les hacen sobresalir en un mundo en el que cada vez todos tenemos menos tiempo y que cuando lo dedicamos a escuchar el mensaje de alguien; sencillamente esperamos que sea “impactante”, “transformador” y sobre todo “que me llegue y me convenza”. En caso contrario, lo lógico es que nos sintamos defraudados…
Los 7 errores que debes evitar al hablarle a tu Audiencia
El Primero: Háblales “en su idioma” – En el sentido literal y en el metafórico.
El ponente al que hago referencia se dirigió a todos los asistentes en la lengua de su propia Comunidad Autónoma: ¡Ole!. Con un par “de narices”. Sin importarle ni que hubiera gente de Burgos, de Chile, de Sevilla o de cualquier otro lugar del mundo que no le entendiera. No os podéis imaginar cómo comenzaron a “calentarse” las redes sociales cuando comenzó a hablar… y mucha gente se dio cuenta de que no entendía lo que estaba diciendo… Literalmente “perdió” a todo ese Auditorio nada más comenzar. ¿Para qué prestarle atención a alguien a quien no le importo? – pensarían algunos.
No contento con ello, además comenzó su disertación empleando un lenguaje extremadamente técnico y con un contenido apto sólo para expertos en macroeconomía moderna. En fin, creo que siendo generoso, entre un 1-2% entendía de lo que estaba hablando. El resultado: desconexión y a seguir consultando mi actividad en las Redes Sociales… La visión de los más de 400 asistentes en la sala era de lo más dantesca: ¡cabezas bajas y todos mirando su móvil!
Cómo recuerdo a los profesores que causaron huella en mi formación: todos ellos si excepción tenían una característica en común: Hacían fácil los conceptos que para mí era nuevos y difíciles. Y por ello, desde estas líneas para ellos mi eterna gratitud.
El Segundo: Acércate a ellos – Tanto física como emocionalmente.
Ser un ponente te confiere una posición de lejanía, de autoridad, de “endiosamiento” por el mero hecho de estar de pie (cuando ellos están sentados), por el hecho de estar sobre una tarima, por el hecho de hablar en voz alta o por un micrófono cuando tu Audiencia está callada…
Si no llevas cuidado, esta situación puede hacer que te distancies de ellos y puede evitar que tu mensaje llegue a quienes desean conocerlo.
Es por ello que siempre recomiendo que en la medida de lo posible, descendamos de los podios, escenarios plataformas y tarimas. Mezclaros entre los asistentes: Lo agradecerán y aceptarán tu mensaje por la cercanía que les demuestras.
Claro, que también debes “acercar tu mensaje” desde el plano emocional. No es lo mismo hablar de conceptos abstractos (lejanos y que a veces resultan difíciles de aplicar), que emplear ejemplos, anécdotas, historias y experiencias que nos hacen más humanos y que permiten a los que te escuchan identificarse con lo que les cuentas. Para ello resulta especialmente indicado el saber emplear las técnicas del Lenguaje de Impacto (te iremos contando más sobre este tema tan apasionante)
El Tercero: Dialoga con ellos – No emitas, comunica.
Recuerdo que hace mucho tiempo, un profesor me dijo que si mi Audiencia no me entendía, la culpa no era de los oyentes; la culpa era mía por no saber cómo hacerme entender.
Vaya que si cambió mi percepción sobre cómo dirigirme a quienes me escuchan. Siempre he dicho que una cosa es emitir un mensaje, cosa que hacen muy bien los presentadores de Televisión con una imagen que podríamos llamar de “busto parlante”. Emiten, pero no hay retorno de si te han entendido o no.
¡Pero qué difícil es comunicar!, porque Comunicar requiere de que te asegures de que el mensaje no sólo le ha llegado a tu Audiencia, sino que además lo ha recibido… ¡y lo ha entendido!
Es más, cuando lo consigues, lo verdaderamente maravilloso es cómo se genera una química muy especial entre ellos y tú; una sensación tan especial como la de que ellos sienten que les estás hablando a cada uno de ellos y como la de sentir que tienes –y mantienes- toda su atención. Es algo casi mágico.
El Cuarto: No te escondas – Ni física ni mentalmente.
Y qué decir de los atriles, mesas y demás obstáculos que se interponen entre el ponente y su Audiencia! ¡Cuánto peligro tienen!
El ponente al que me refiero, se abrochó todos los botones de su chaqueta (a modo de coraza medieval) y listo para el combate… se parapetó tras su majestuoso atril, desde el alto del cual disparaba sus dardos indiscriminadamente a una masa de oyentes en franca huida, en total y absoluta desbandada de su mensaje.
Así es como lo percibimos, y esa es nuestra realidad (el público es soberano, dicen). Ante esta situación, no nos extrañemos de que, a falta de conexión, a falta de la “química” necesaria entre ambas partes, cualquier pregunta que el ponente pueda recibir es fácil que se perciba por el ponente como una amenaza. Como así ocurrió: Las contestaciones volvieron a ser abstractas y en ocasiones dieron la impresión de que se evitaba entrar en el fondo de la cuestión.
El Quinto: No los pierdas en el Camino – Que conozcan tu Hoja de Ruta.
¿Qué tal si al comienzo el ponente nos hubiera hecho un esbozo de los puntos principales que iba a tocar? Porque una cosa es darle emoción y suspense a lo que vas a contar… y otra muy distinta es ir completamente perdido durante toda la presentación y no ser capaz de enlazar los conceptos expuestos.
Como fue el caso. Qué poco hubiera costado dar esas pinceladas para contextualizar el tema que iba a exponer y además implicarnos en el desarrollo de lo que iba a ocurrir a continuación. Cuesta muy poquito y las ventajas son tremendas para todos. La alternativa: Dar la impresión de que vamos como se dice coloquialmente “a salto de mata”.
El Sexto: Introduce algún toque de “humor” – Con responsabilidad.
El ser capaz de introducir una nota de humor en tu exposición es un “arte”. O por lo menos a mi así me lo parece.
Existe una delgada línea que a mi modo de ver separa el “sazonar” tu presentación con toques de humor (lo cual sirve excelentemente cuando deseamos ilustrar y anclar nuestro puntos de vista), de una situación continuada de chistes, gracias y risas que son más propios de un “monologuista empresarial” que de un ponente que tiene un mensaje que comunicar.
Cada cosa en su contexto. Yo me lo paso fenomenal con los monólogos cuando los veo actuar. ¡Me parecen fantásticos!. Pero sé a lo que voy y mis expectativas son esas: Unas carcajadas y pasar un rato agradable y divertido.
Ni tanto ni tan calvo. Sin intentar hacer “leña del árbol caído”, creo que sin lugar a dudas, la mejor sonrisa este ponente la arrancó con el mensaje de su última diapositiva: “Muchas gracias por su atención”
El Séptimo: Diles cómo pueden seguir aprendiendo – Cuál es el paso siguiente.
Cuando consigas interesar y apasionar a tu Auditorio con tu mensaje, no lo “dejes con en ascuas”: indícales cómo pueden seguir profundizando en el tema.
Ocurre frecuentemente que hemos “cortejado” adecuadamente a nuestro Auditorio y al final de nuestra intervención… cuando más fácil sería… simplemente… ¡nos vamos y les damos las gracias por su atención!
¿Qué lástima? ¿Otra vez será? No cometamos ese error. Probablemente no volvamos a tener una ocasión como esa. Aprovechémosla. Dile a tu Audiencia lo que deseas que hagan con esa información que les has facilitado. Dónde pueden seguir profundizando y avanzando en el tema. Bien sea contigo o con otras personas que dominen esa materia, pero guíales en los pasos siguientes
Es más, si lo has hecho bien, van a ser ellos mismos los que te lo van a solicitar… así que, ¡adelántate a sus deseos y conviértete en su referente en el tema que les has expuesto!
Lástima que de pequeños no nos “enseñaran a comunicar”… hubiera sido una lección inolvidable que nos habría acompañado toda la vida!. ¡Cómo cambiaría todo si pudiéramos influir en nuestra audiencia!
Desde estas líneas mi reconocimiento a todos los excelentes presentadores, ponentes y oradores que hacen de la necesidad de Comunicar un “arte” que muchas veces aprendemos a base de errores.
Espero que estos 7 errores que debes evitar al hablarle a tu Audiencia te ayuden a ser recordado por tu capacidad de influir en tu Audiencia.
Fuente: Negocios y Emprendimiento