Atrévete a ser un David cuando pongas tu negocio
Según una de las leyendas más famosas de la historia de la humanidad, un joven pastor de ovejas originario de Israel venció en una batalla épica a uno de los soldados más fuertes de aquellos años, durante un encuentro a muerte. Investigaciones más recientes afirman que Goliat era un gigante que probablemente medía más de dos metros y que estaba vestido de los pies a la cabeza de una armadura de bronce, además de contar con una lanza, una jabalina y una espada. El gigante observa una pequeña figura, por lo que le grita para provocarlo “acércate para que pueda darle de comer tu carne a los pájaros del cielo y a las bestias de la tierra…”
David sigue su trayectoria. Trae consigo, además de su honda y sus piedras, un bordón para apoyarse en caso de que el camino fuera difícil. Goliat alcanza a ver esto y se ofende. “¿Te parezco un perro y por eso vas a atacarme a palos?”. David toma una de sus piedras y la coloca en su honda. Comienza a girarla, alcanzando una velocidad aproximada de 35 kilómetros por segundo, lanza la piedra, que en estos momentos es ya un proyectil que va más rápido que una pelota de beisbol. La velocidad con la que sale la piedra consigue el objetivo: el entrecejo de Goliat, a quien después de noquear o matar con ese disparo, corta su cabeza, mostrándola al ejécito enemigo, que sale despavorido.
Esta historia nos habla de la probabilidad de que un débil gane las batallas ante un gigante. La moraleja es y siempre ha sido: el pequeño, débil y desvalido puede ganarle a los grandes. Pero más allá de ello y de las lecciones detrás de este cuento, Malcolm Gladwell, ensayista canadiense, plantea la versión de que Goliat era más débil que David porque padecía una discapacidad palpable: el gigantismo que es causado por un tumor benigno dentro de la glándula que regula el crecimiento humano. Así que Goliat tenía un tumor y además ¡no veía bien! porque al guiarlo su escudero y al afirmar que David traía “palos”, y no un “palo”, seguramente era porque su vista no era la mejor.
Este nuevo análisis nos da herramientas de sobra para afirmar que no sólo es el pequeño el que puede vencer al grande, sino también hay que resaltar que más allá del tamaño, está la velocidad con que se ataca. Si David no hubiera atacado de manera sorpresiva (y creativa) a Goliat, seguramente esta historia tendría un final diferente. Por ello, si estás en el mundo empresarial, sé como David:
- Alístate para cualquier escenario, sé precavidos y mantén, en todos los casos, dos o tres escenarios probables. Esto te ayudará a prever incidencias.
- Actúa rápido. No pienses tanto, deja de lado la burocracia en tu negocio. Si tienes que esperar varios días para dar un paso, podrías convertirte en Goliat.
- Aprende sobre la marcha y corrige los errores en tiempo récord.
Esta historia no sólo habla de la victoria de un pequeño ante un grande, es una lección de vida para todos los empresarios y emprendedores. Porque no importa el tamaño, ni la fachada de la empresa, si hace bien las cosas, sólo hace falta encontrar un punto débil o la velocidad necesaria para que salir bien librado de las batallas. Bien dicen por ahí que ahora no sólo el pez grande se come al chico, también el más veloz se escapa del grande y el lento puede ser comida de uno o más pequeños. Así, las empresas más débiles o pequeñas pueden dar batallas épicas. Al final, todos temían a Goliat, pero David nunca lo llamó “Gigante”, porque estaba seguro de que el gigante en esa batalla, era él.
Fuente: Entrepreneur