Los mejores trucos técnicos y retóricos para dar un buen discurso
Las primeras palabras que pronuncies determinarán el éxito de tu discurso. Si empiezas mal, no captarás la atención ni la simpatía de los asistentes.
Las tácticas de los expertos para iniciar una intervención oral se podrían resumir en las palabras de Guy de Maupassant: “Hazme soñar. Hazme reír. Hazme emocionarme. Hazme llorar. Hazme pensar”.
1. Pregunta. La pregunta interpela al público, lo vincula inmediatamente con el discurso y estimula su atención. Si hay poca gente, puedes preguntar individualmente o hacer votaciones a mano alzada. Con esto das a entender que te importan las ideas y experiencias de la audiencia, el discurso cambia de ritmo y consigues informa ción adicional que puede ayudarte a centrar el resto de la disertación.
Consejos útiles. La pregunta debe afectar directamente los intereses de la audiencia (“¿Cuántos de ustedes tienen una hipoteca?”) o despertar su curiosidad (“¿Saben cuántos asesinos a sueldo ofrecen sus servicios en España?”) . También es muy eficaz la pregunta retórica (“¿Cuántos pequeños empresarios más tendremos que echar el cierre para que el Gobierno cambie su política fiscal?”).
2. Cita. Una cita ingeniosa sobre el tema a tratar es un recurso seguro y muy utilizado. Para elegir la cita adecuada debemos tener en cuenta al público y elegir un autor que conecte con él, que despierte su simpatía o admiración. Por eso, la cita no tiene por qué ser extraída de un clásico. Ante ciertos auditorios es más efectiva la cita de un personaje contemporáneo o alguien simplemente famoso. También puede ser eficaz un refrán o dicho popular.
Consejos útiles. No recurras a citas manidas, debe existir cierto elemento de sor presa. Los expertos recomiendan comprar un diccionario de citas ordenado por temas o recurrir a los sitios de citas y anécdotas de Internet.
3. Estadísticas y datos. La estadística suele ofrecer datos sorprendentes capaces de sacar de su letargo al más conformista de los oyentes. Además, la estadística es siempre contundente, incuestionable. Habla la estadística y es como si el mismo Dios sentenciara solemnemente.
Consejos útiles. Es más eficaz el dato que sorprende, inquieta o excita la curiosidad del público (“El 45% de los niños ve diariamente escenas violentas en televisión”). También hay que ayudar a interpretar el dato (“El año pasado facturamos 50 millones de euros”. ¿Es mucho o poco? ¿Es adecuado el crecimiento?, etc.). Para encontrar estadísticas recopila recortes de prensa y documentos oficiales.
4. Objeto. Cuando se toma en la mano una cosa y se levanta para que todos puedan observarla, todos, absolutamente todos, miran. Es muy recomendable cuando nuestro auditorio nos conoce (hablamos ante empleados o colegas con los que comemos todos los días) y, por tanto, se muestra menos proclive a la sorpresa.
Consejos útiles. Cuanto más impactante sea el objeto, más éxito tendrás entre el público. Si hablas de la deforestación, puedes enseñar una foto del Amazonas, pero será más eficaz si sostienes una motosierra en las manos.
5. Anécdota. Podemos comenzar el discurso con un relato en primera persona que cuente algo que nosotros hemos vivido o presenciado. Esto fortalece la conexión con la audiencia, que recordará experiencias similares. Además, personaliza la disertación, ya que añades algo que nadie más que tú puede añadir. El objetivo es utilizar tu propia experiencia como ejemplo de una experiencia general. Las mejores anécdotas son breves y estrechamente relacionadas con el orador, la audiencia y el tema. Y, si es posible, con un toque de emoción.
Consejos útiles. Pregúntate en qué medida te afecta el tema del que vas a hablar y cómo puedes relacionar ese tema con tu vida cotidiana. Si hablas de productos bancarios, quizás puedas contar lo que te ocurrió aquella vez en el cajero automático. Pero recuerda que el discurso no trata sobre ti. Sé breve, sé modesto y rechaza historias que no te ayuden a conseguir tus objetivos.
6. Relato. Puedes empezar con un cuento, una leyenda, un relato de suspense o de humor. Desde pequeños, prestamos atención al relato que comienza con un “Érase una vez…” y a todos, sin duda, nos gustan las buenas historias de ficción. Para servir como introducción el relato debe tener una moraleja o interpretación que resulte útil para tu discurso.
Consejos útiles. Es aconsejable la brevedad. Cuanto más largo sea el cuento, mayor tiene que ser el golpe emocional o la gracia. Utiliza el humor con precaución y no ironices sobre creencias, razas, ideologías o cualquier asunto que intuyas pueda molestar a tu audiencia.
7. Imágenes. Utiliza recursos expresivos como metáforas, hipérboles o comparaciones. Con una imagen que simbolice el objeto de tu charla conseguirás tres objetivos: estimular la imaginación de la audiencia y ayudarles a recordar lo que quieres decir. Es más eficaz decir que “hay altos directivos que se comportan como la avispa africana. Se introducen en el cuerpo de su víctima y lo devoran desde dentro”, que “la corrupción de las empresas es un problema muy grave”.
Consejos útiles. El oyente se hará una imagen mental de lo que pretendes transmitir. Debes procurar que esta imagen sea certera, sorprendente, ingeniosa y se vincule con el objeto de tu exposición. No dudes en exagerar pero no seas pedante.
La primera impresión es la que queda
La primera impresión visual debe ser tan contundente y duradera como las primeras palabras. Sólo disponemos de una oportunidad para causar una buena primera impresión. La regla de oro para lograrlo es la naturalidad. Además, se precisa una coherencia entre las palabras y los gestos:
Mirada. Antes de empezar a hablar, entra en contacto visual con el público, mira a los ojos de los asistentes. Si no lo haces, no te escucharán e interpretarán que no tienes confianza en ti mismo o que escondes algo. Si el público es poco numeroso, mira a todos. Si no es posible, reparte la mirada, estableciendo seis puntos de referencia, tres en las filas de adelante y tres en las de atrás.
Gestos. Utiliza tus propios gestos con naturalidad. No exageres, o distraerás la atención del público. Evita meter las manos en los bolsillos, jugar con las llaves, cruzar los brazos o apoyarlos en las caderas. Pero si lo haces sin querer, tranquilo. La naturalidad es lo primero.
Movimientos. El atril ha pasado de moda. Es mejor moverse libremente por el escenario y hacia el público con un micrófono inalámbrico. Si, a pesar de esto, quieres atril, no te atrincheres detrás. Sal de vez en cuando y acércate al público. Los expertos recomiendan que el atril se instale a la derecha del escenario: el público aliado se sienta a la derecha y el terrorista, a la izquierda.
Vestuario. Las intervenciones más formales necesitan un vestuario clásico. Para ocasiones más relajadas puedes optar por un aspecto más informal aunque siempre debes respetar unos mínimos externos conectados con la forma clásica de vestir. Da un toque de color con los complementos: corbatas, pañuelos. Por ejemplo, los ejecutivos de un importante banco español suelen jugar con el color rojo en sus complementos porque se identifica con la imagen de la entidad financiera para la que trabajan.
Voz. Las primeras palabras deben ser pronunciadas en un tono claro y fuerte. No te aceleres. Comienza el discurso despacio y enfatizando lo que te parezca importante.
Sonrisa. Si presentas un aspecto distendido y relajado, el público reaccionará de la misma manera. La sonrisa provoca un efecto simpatía, utilízala a menudo.
Fuente:Emprendedores.es