Cómo potenciar, motivar e influenciar a los demás usando estas palabras
Esto fué escrito por un mago que se metió al mundo de los negocios y entiende que los trucos no son tan importantes como la conexión autentica y la comunicación convincente.
¿Cuántas veces en tu infancia cuando querías algo, tus padres te hacían decir la “palabra mágica”? En la actualidad no estamos detrás de dulces ni juguetes, los objetivos han cambiado; pero para cerrar un trato o conseguir un socio debemos utilizar las palabras correctas, o en palabras de Tim David, las palabras mágicas.
Tim es un mago profesional que entendió que los trucos que hacía con sus manos no eran tan importantes como lo que le debía decir a su público. La palabra incorrecta en el momento inadecuado los podía desenganchar.
Eso lo llevó a enfocarse en las claves para alcanzar una comunicación más persuasiva, así que empezó a asesorar a líderes de diferentes compañías y su trabajo a sido reconocido por importantes medios como el Huffington Post. Asegura que su conocimiento busca cerrar las brechas entre las diferencias que tenemos las personas, así que padres-hijos, jefes-empleados, doctores-pacientes, entre otros; se pueden beneficiar de las palabras mágicas.
En la mayoría de los casos no podemos obligar a las personas para que hagan lo que queremos, pero, ¡si podemos hacerlas pensar que quieren hacer lo que nosotros queremos! Estamos rodeados de mucha información y nuestro cerebro tiende a buscar atajos. Una forma es a través de lo que escuchamos y de las conexiones subconscientes que
SI
El mayor miedo que tenemos los humanos es el de hablar en público, que se traduce en miedo al rechazo. Por otra parte la idea de ser aceptados nos parece increíble, ya que no debemos cambiar y la palabra mágica para dar y recibir aceptación es “sí”.
Un “sí” en los momentos indicados hace que las otras personas pierdan cualquier tipo de predisposición, así que debemos decirlo y hacer que la otra persona también lo haga. Tim nos da un ejemplo:
Sally: (sonriente y amigable) Hola, ¿tú eres Eric?
Eric: Sí.
Sally: ¡Genial! ¿Estás aquí para la cita de las 10:30?
Eric: Sí.
Sally: No puedo creer que ya sean las 10:30. Hace mucho calor afuera para esta hora.
Eric: (Sonríe)
Sally: Bueno, nos alegra que el calor no te haya detenido. ¿Qué te trae por acá?
Eric: Creo que es tiempo de ponerme en forma.
Sally: Sí, haz venido al lugar correcto.
Eric: Bueno, eso es lo que estoy tratando de averiguar. Tengo otras opciones que debo considerar.
Sally: ¡Pero ya estás aquí! ¿Hay alguna razón?
Eric: Este es el gimnasio más cerca de mi casa.
Sally: Sí, y tenemos 500 locaciones a nivel mundial. Obviamente tener la membresía no sirve si no puedes ir nunca, ¿verdad?
Eric: Sí, ya me ha pasado antes.
Sally: Ahora será diferente. Déjame darte un tour y después repasamos las cifras. ¿Estás de acuerdo?
Eric. Sí, suena bien.
PERO
El “pero” tiene un poder increíble y es que todo lo que va antes de él se borra y lo que va después se potencia. Veamos unos ejemplos:
“Te amo por encima de todo, pero esto no va a funcionar.”
“Es el mejor producto que he visto, pero ahora no puedo invertir.”
“Tu trabajo estuvo increíble, pero no alcanzamos la meta.”
No importa que tengas la mejor intención, el poder del “pero” se encarga de que la otra persona solo recuerde lo que va después de. ¿Qué podemos hacer? Simplemente dejar la parte más importante y la que queremos que las personas recuerden después del “pero”.
PORQUE
Somos seres racionales y desde muy corta edad estamos buscando una explicación para todo. Lo vemos en los niños, ellos no tienen prejuicios y preguntan “por qué” todas las veces que sean necesarias.
El cerebro necesita sentir que entiende la causa de las cosas, más allá de que la causa sea correcta. “Si le preguntamos a 100 personas por qué no pueden volar, probablemente respondan: “Porque existe la gravedad”. Esa respuesta los hará sentir satisfechos pese a que en realidad no entiendan las causas que la originan. “La gravedad” no es una explicación al fenómeno, es solo un nombre; pero ese nombre junto con la palabra “porque” satisface la necesidad de causalidad de nuestro cerebro”, dice Tim.
En 1971, la investigadora Ellen Langer realizó un sencillo experimento que evidenció la importancia de dar una explicación utilizando un “porque”, cuando buscamos influenciar los actos de los demás. En esa época no era común que todos tuvieran acceso a una fotocopiadora, por lo que se hacían filas para poder utilizarlas.
Cuando Langer intentó saltarse unos puestos en la fila diciendo, “Disculpe, solo tengo 5 hojas, ¿puedo usar la fotocopiadora?, solo obtuvo un 60% de respuestas positivas. ¡En cambio cuando dio una explicación obtuvo un 94%! ¿Qué dijo? “Disculpe, solo tengo 5 hojas, ¿podría usa la fotocopiadora? Te pido este favor porque estoy en una emergencia. Es solo una palabra, así que cuando busques influenciar las acciones de los demás ten en cuenta usar un “porque”.
SU NOMBRE
Para Dale Carnegie, autor de How to win friends and influence people, nuestro nombre es el sonido más especial que podemos escuchar. Por eso es importante utilizar el de los demás.
Tendemos a tener asociaciones positivas con nuestro nombre, al punto en que este se vuelve una parte fundamental en las decisiones que tomamos. Tim destaca un estudio sobre el egotismo (sí, egoTismo), donde se destacan asombrosas relaciones. Por ejemplo, las mujeres llamadas Cathy son más propensas a preferir la Coca Cola y hay más chances de que los hombres llamados Peter prefieran la Pepsi.
Nuestro nombre es gran parte de nuestra identidad y al escucharlo nos sentimos valorados. Al querer influenciar las acciones de alguien más, debemos romper las barreras que los puedan distraer de nuestro objetivo y una forma es empezar a llamar a las personas por su nombre.
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Fuente: Modo Emprededor